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“Prohibido morir aquí” 
 Elizabeth Taylor 
 La bestia equilátera
Laura Panfrey tuvo una vida de medianía que consideró perfecta. Un esposo que solucionó siempre los problemas, aunque la llevó a destinos complicados –Birmania- lejos de Inglaterra, a una cultura que le era absolutamente ajena, porque así lo requería su trabajo. Tuvieron a Elizabeth, una hija gritona, superficial, ramplona, tan diferente a su madre, que aunque corpulenta, varonil en su aspecto, fue siempre de modales educados y exquisitos. Pero Arthur murió antes de asegurarle una pensión propia, Elizabeth vive en Escocia, y ella deberá buscar refugio en un hotel para ancianos…opta por el Claremont: lo puede pagar, parece sobrio y serio. Eso sí: los residentes saben que es mientras puedan valerse por sí mismos…está prohibido morir ahí.

Tendrá que acostumbrarse a la soledad, a conocer a otros de su misma condición: Mr. Osmond, la Sra Arbuthnot, la Sra. Post, la desprejuiciada y un poco escandalosa Sra. Burton. De alguna manera se siente enjuiciada. Escribirá cartas a viejas amigas a quienes dejó de frecuentar hace años, invitará a Desmond, su nieto, que vive ahí mismo, en Londres, porque trabaja en el Museo Británico…pero no puede con la nostalgia. Se inventa rutinas para que los días transcurran rápido, y espera, en tanto aprende los modos y estilos de sus compañeros.

Una tarde sale a buscar un libro para la señora Arbuthnot y las piernas –sufre a menudo intensos dolores en las venas- le flaquean y cae pesadamente,. Es consciente de que no podrá incorporarse…entonces, de un subsuelo surge un joven que la asiste, la lleva a su pieza pobre de estudiante, espera a que se recupere en tanto le cuenta que trabaja en una sección de Harrods, y la acompaña al hotel.

Ella recordará la delicadeza del chico. Lo buscará en Harrods donde él pasa los días escribiendo, porque en realidad no es un empleado, sino alguien que usa la calefacción y las comodidades de las que carece en su pequeño cubículo…su anhelo es convertirse en un escritor prestigioso. Ella le devuelve un pañuelo y lo invita a cenar en el Claremont.

Cuando él se presente, prolijo pero con los zapatos con suelas a punto de desprenderse, todos creerán que es el nieto de Laura. Ella no se atreve a decir la verdad y ambos dejan que la confusión continúe: es tan reconfortante tener un amigo con quien charlar, alguien atento, amable, culto. La anciana le dará cinco libras, creída de que con el dinero él remediará el estado lamentable de sus calzados, pero Ludovic Meyer está enamorado de una chica indolente, superficial, egoísta…gastará las cinco libras en una cena elegante. No puede evitar esa atracción que lo degrada, como tampoco puede manejar cierto rencor por una madre un poco procaz e indecorosa que se desvive por su “comandante” y manifiesta evidente desapego cuando la visita en su “nidito de amor”.

Dos enormes soledades: Laura Palfrey, que sabe ocultar pesares con actitud, postura y equilibrio, y Ludo, que halla en ella la abuela comprensiva que no tiene, una que no le reprocha que “pierda tiempo” escribiendo, que no le pide sino algunos minutos de su tiempo.

Cuando Rosie se torne cada vez más exigente, cuando el comandante abandone a la madre que queda desolada y sumergida en deudas, el chico recurrirá a la anciana por un préstamo para rescatar a Mimsie, su mamá, y después desaparecerá de los días de Laura, perturbado por problemas que cuesta enfrentar…

Los días empiezan a pesar cada vez más: Elizabeth se muestra indiferente y más maleducada que nunca, el nieto que se presenta finalmente no puede entender las conductas de su abuela, contrariada y distante; Mr Osmond le hace una propuesta matrimonial que ella considera indecorosa y brutal; se enteran de que Miss Arbuthnot, a quien sus hermanas habían retirado del hotel cuando el deterioro de su salud fue demasiado evidente fallece en un geriátrico de mala muerte…;La señora Panfrey no puede menos que pensar en su propio deterioro, en que nadie estará para asistirla, en que puede perder la cordura…

Intentando huir de sus propios pensamientos ocurre el accidente que preanuncia el final…no sabrá que es Ludo el joven que le lee poesía a la cabecera de su cama de hospital, ni que él pudo finalmente poner punto final a “Prohibido morir aquí”…

Sobre el valor de la vida, sobre la vejez y la vulnerabilidad, sobre cómo se apagan las pulsiones vitales, sobre la amistad…La soledad y sus fantasmas.

Belleza, ironía, sutileza y una dosis decorosa de clemente ternura. Conmueve y lacera, también, aunque nos pese


 




 “El prisionero del cielo”  
Carlos Ruiz Zafón 
 Booket
Apenas regresar a Barcelona y apropiarse de un identidad que vio en un programa de toros, Fermín Romero de Torres fue a dar con sus huesos al tenebroso castillo del Montjuic que -.dueño del sufrimiento, los abusos, las torturas- coronaba la ciudad oscura y apagada desde la cumbre del cerro.

Fue el prisionero 13, compañero de celda de Salgado, un ladrón cínico y cruel que descargó en él la ira por las sesiones en que le fueron amputando dedos, testículo, mano. Enfrente, sin embargo estaba “el prisionero del cielo”, un escritor sublime, querido, combativo, que reservaba lo que le restaba de juicio por proteger a Isabella y su pequeño hijo, Daniel Sempere. Se soportará el frío, el hambre, el hacinamiento, los vejámenes interminables si la voz de Martín narra historias, si comparte inquietudes, si se esfuerza por no enloquecer.

En el castillo se sabía que Mauricio Walls era mediocre en todo sentido. Que aspiraba a ser un literato reconocido, y que su entusiasta adhesión al régimen del generalísimo solo le sirvió para la dirección del penal. Si David Martín quiere salvar a Isabella deberá reescribir la obra del director. Martín sabía que para él no habría libertad. Eligió a Fermín para que hiciera lo que él no: proteger a su amiga y a su familia… Organizaron una fuga que parecía demencial.

Fermín logró escabullirse. David fue confinado a una torre altísima, prisionero del cielo, donde lo condenaron a escribir la saga de Valls.

Casi dos años tardará el preso en recuperar parte de su humanidad. Cuando llegue a la mítica Librería Sempere e hijos será demasiado tarde…Isabella había muerto casi al momento de aquel inusitado escape. Pero están el marido y Daniel. Está la histórica librería con tesoros que no fueron alcanzados por la felonía del régimen.

Ahora, transcurridos casi veinte años, Fermín desfallece de ansiedad, preocupación, dolor. Para sumar desolación, días previos a la navidad de 1957, llega a Sempere e hijos un personaje inquietante que deja un mensaje abrumador.

Juntos, Fermín y Daniel, que también tiene una familia que proteger de la telaraña ominosa del pasado, desatarán el nudo tenebroso de una historia que se remonta a 1939, y los involucra. Pueden hacerlo, amparados en el mutuo reconocimiento, en una amistad y una fidelidad sólidas, en el amor a los libros y a lo que hacen, en la necesidad de salvar lo que les queda…

Un mago de la evocación, Carlos Ruiz Zafón. Un creador de sensibilidades y climas. Veremos una Barcelona deshecha en negrura y la hostilidad de un régimen feroz…su tristeza, sus brumas, el hedor de la miseria y la muerte. Sentiremos la entereza de los sobrevivientes, la voluntad de rescatar hálito y razones.

Una narrativa tan cercana a la verdad y tan encendida de lírica y misterio. Nunca se sabe en qué rincón y en qué tiempo reaparecerán los fantasmas del pasado, en su ventura y sus desazones. Nunca se sabrá si son fantasmas o cautas presencias… Parte de la celebrada saga del Cementerio de los libros olvidados


 


“La sociedad literaria del pastel de piel de patata de Guernsey"  

Mary Ann Shaffer Annie Barrows 
 Salamandra Narrativa

Juliet Ashton perdió a sus padres muy temprano. Fue devastador que además la pusieran bajo la tutela de un tío abuelo estudioso que no le prestaba demasiada atención. Huyó dos veces de casa y la solución fue un internado exclusivo al que acudió segura de que escaparía la primera noche. Se quedó, porque conoció a la deliciosa y comprensiva Sophie Stark, que compartió con ella su generosa familia, incluído Sidney, el hermano mayor.

Crecieron. Sidney se transformó en un prestigioso editor, Sophie se casó con un hacendado y fue a vivir a la campiña inglesa, y Juliet se convirtió en una de las escritoras favoritas de Stephens&Stark Ltd.

Se pensaba que la angustia de la segunda conflagración mundial se soportaría mejor con notas livianas y esperanzadoras. Así nació una columna fija sostenida todo el período de ocupación alemana en un diario londinense: “Izzy Bickerstaff va a la guerra”. Culminada esta, Sidney decidió reunir el material en una antología. Mientras se hace la campaña de difusión que lleva a la joven a viajar por todo el Reino Unido y a superar la frustración de la escasa repercusión que tuvo su preciosa biografía de Anne Bronte, Juliet recibe una extraña carta de un tal Dawsey Adams, que le cuenta que tiene uno de sus libros, y que le interesarían otros de Charles Lamb. Juliet recuerda entonces haberse desprendido con dolor de libros sobrevivientes del estallido de su departamento durante el proceso de guerra.

Se inicia un intercambio epistolar por el cual la joven se entera de que Dawsey integra la “Sociedad literaria del pastel de piel de patata de Guernsey”, pequeña isla meridional del Reino Unido, cercana a la costa francesa…Una “sociedad” que nació como ocurrencia límite bajo el rigor de la ocupación alemana, como excusa de sus “integrantes” para evitar el castigo de violar el toque de queda y sobre todo ocultar rastros de la opípara cena de los vecinos que lograron –en un escenario de hambre, enfermedad, disolución de valores- esconder un cerdito para disfrutarlo una noche, asado con patatas, en el sótano de la casa de Amelia Maugery. Como todos habían salido alegres bien cerrada la noche, debieron explicarse. Elizabeth Mc Kenna, una de las vecinas que supo sostener en alto la autoestima y el valor de todos, colaborar como enfermera, enamorarse de un capitán alemán y concebir con él a Kit, su pequeña, se adelantó para decir que se había hecho tarde porque venían de la reunión de la Sociedad Literaria. Lo del “pastel de piel de patata” era toda una ironía: nabos y patatas desabridos era todo lo que los habitantes, con suerte, podían consumir de vez en cuando.

De modo que hubo que sostener la farsa y reunir con urgencia todos los libros posibles, y juntarse semanalmente. Muchos vecinos jamás habían abierto un libro. Enterarse de Catulo, de Séneca, de Marco Aurelio, de las Bronté fue todo un suceso…y sobre la mentira inicial se construyó la maravilla de sortear la desgracia y el dolor…por la lectura.

Julie quiere superar su frustración y salir del personaje de Izzy…tiene que ser por un libro diferente…no encuentra tema. La insólita historia le da pie. Pronto, todos los integrantes de la “Sociedad Literaria”, y aún algunos detractores, le escriben, le cuentan anécdotas, opinan sobre sus propias intervenciones y sobre lo leído.

Con la curiosidad y el afecto encendidos la joven viajará a Guernsey. Descubrirá seres entrañables, sobrevivientes del horror a fuerza de entereza y solidaridad. Descubrirá –con ayuda de Sidney, que también hace un breve periplo de exploración apenas se recupera de un accidente- que hasta su secuestro por ocultar y sostener con vida a un trabajador francés esclavo, Elizabeth Mc Kenna fue quien con sus posturas, su coraje, su optimismo logró sostener entera la aldea, y hasta empinarse sobre los prejuicios, los odios y el atropello.

Una novela preciosa. No solo por el perfil de sus muchos y deliciosos personajes, exquisitos todos en su simpleza, su entrega, su sinceridad, su candorosa ingenuidad, sino por la forma elegida. Exclusivamente CARTAS. Toda la trama se descubre en esas epístolas, telegramas, anotaciones, que unen la isla con Londres, la campiña inglesa donde vive Sophie, Australia, Francia, en las cartas y esquelas que se envían unos a otros los habitantes de Guernsey…

Juliet Ashton llegará a Guernsey para muchos descubrimientos…





“El niño del tren” 
 Paolo Casadio 
 Edhasa Novela

Les costó convertir a Fornello en su hogar. Giovannino Tini y Lucía Assirelli llegaron a la estación erigida en las estribaciones montañosas…a primera vista no había más que apabullante soledad bajo el cielo azul. Para él, primera jefatura. Para ella, promesa de un sitio para fundar familia, porque el niño venía en camino.

La tenacidad los ayudó a descubrir la simpleza, el primitivismo, pero también la lealtad y la belleza de las relaciones transparentes que podían entablarse con los vecinos, agricultores, artesanos, mineros, criadores, analfabetos casi todos excepto los cinco niños de la escuela que funcionaba ahí mismo, en la estación.

Pronto Giovannino fue figura de consulta y autoridad –el cura venía de vez en cuando, igual que el médico y el alcalde-, y Lucía caminó largamente los senderos para descubrir la hermosura escondida. Por eso, quien debió ser Anselmo, como era tradición, se llamó Romeo, en honor a los paseos por hermanarse con el aura beatífica del Fornello de 1935 (Anselmo fue detrás, para conformar a la prosapia).

Romeo creció libre con Pipito, el cachorrito un poco torcido con el que habían llegado sus padres, cuidado por la pequeña familia de la estación: Giovannino, Lucía, el subjefe, el cartero y el viejo maestro.

Tuvo poca oportunidad de darse cuenta que los tiempos mudaban, que al transporte de armas se sumaron citaciones y los brazos y las fuerzas más jóvenes debieron alistarse y marchar. Los juegos y las excursiones seguían, pero papá atendía visitas embutidas en rigurosos uniformes y botas. Se dictaban órdenes duras. De los uniformados se recibió un receptor de radio con una sola emisora…era la que debía escucharse. En ella se hablaba de las glorias del Duce, que nunca mentía.

Pero papá y el maestro sintonizaban otras, de noche siempre, con el volumen bajo, las orejas pegadas al aparato, y los rostros se ensombrecían.

Justo cuando Romeo tuvo ocho años y estaba convencido de que iba a casarse con Dazia, llegó ese extraño ferrocarril lleno de gente triste. Los dejaron bajar del vagón destinado al transporte de animales sólo porque una ráfaga aérea había estropeado las vías más adelante.

Entonces la vio, y le pareció un ángel. Iba con su papá, a quien pidió permiso para enseñarle sus conejos dorados…Romeo nunca había mirado ojos tan lindos, ni tocado unas manos tan suaves. Se llamaba Flavia e iba con todo el contingente hacia el mar… o eso creía. Iban sólos ella y papá. Mamá y Sonia se habían quedado en su ciudad. Estaba triste la niña: ya no podía ir a la escuela, ni salir a la plaza, ni ver a sus amigas. “¿Por qué? ”, quiso saber el chico, que había decidido amarla para siempre: “porque soy judía”.

El tren partiría con sus prisioneros. Romeo preguntará en cas por los judíos…Habrá pocas respuestas, porque el destino se cernirá sobre todos ellos, con el ominoso color de la tragedia.

De cuando el drama nos arrastra, nos excede, nos deja sin explicación, sin palabras, sin aliento. De todo lo que tenemos que aprender. De lo que destruyen el poder y el fanatismo. De precauciones, de fe, de la maravillosa ingenuidad de la esperanza







“Tierra de campos” 
David Trueba 
 Anagrama
 Narrativas Hispánicas

Al año de la muerte de su padre, Daniel decide sepultarlo en su pueblo y reparar la triste y descuidada ceremonia de despedida, fruto de una muerte sorpresiva, inesperada.

El trayecto junto a Jairo, el optimista chofer ecuatoriano de la empresa que los traslada, servirá para repasar la vida: sus padres, él, la música…

Creció en un barrio de la periferia de Madrid y sólo volvía al pueblo por vacaciones o cuando se disparó la penosa enfermedad de la madre, lo cual daba al padre –pragmático y directo- razón para desconfiar la elección del hijo: “En el Estrecho no nacen artistas…y la música es nada más que el arte de hacer ruido…lo dijo Napoleón…”

Pero será la música la que aliviará la tristeza de esa madre evadida tan tempranamente de la realidad, la que hará tolerable la rígida educación en un colegio de curas católicos brutales y desamorados.

Asociar ideas, versos, sonidos y tiempo lo vincularán más allá de la muerte con Gus, ese ser atormentado, angélico, genial, brillante con quien transitará días de gloria y desenfreno, y con Animal, que dará el ritmo, despegue y arraigo a lo que hagan.

La música hará tolerable la pérdida de Oliva, y provocará la extraña y exquisita relación con Kei. Habrá música en el nacimiento de la pequeña Maya y el vital Ryo que lo hermanarán siempre con la sobriedad oriental e imprimirá sangre nueva a los temas, cuando ya no esté Gus para celebrar las epifanías.

Un viaje a Tierra de campos que devolverá a Dani Mosca a sus orígenes y lo ayudará a entender el enigma de su nacimiento…

En dos tiempos: la ruta por los inquietantes, nostálgicos caminos de la memoria, y los eventos de los dos días en Garrafal de Campos, donde la pequeña aldea festeja el retorno definitivo de un hijo y la celebridad de su descendencia.

Cómo sugerirte que hagas esta travesía para comprender la complejidad maravillosa de la vida, con su ventura, sus luces, sus miserias, sus desazones. Leerla te ayudará a comprender un siglo, y la imperiosa necesidad de más pensamiento inclusivo, más apertura a la universalidad…


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