Literatura juvenil: otros caminos

De construir puentes y redimir amores...

“La bruja del laurel”
Sandra Comino
Edelvives Colección Alandar

Corel –“arena” en calé, la bonita lengua de los gitanos- desde su vitalidad, su inocencia, su envidiable coraje de niña, unirá territorios separados por los prejuicios, el miedo, la desconfianza. Amplias parcelas dedicadas al cultivo por parte de unos:los naranjales de Algidez, el laurel protector, la casa llena de misterios y esencias de Águeda; los caballos de Sinhué; la danza hechizante de Soleá que supo volcar su ritmo y la riqueza de la cultura en esa niña preciosa que es Corel…todos tan lejos, tan mal vistos y escondidos del mundo.
Territorios que encuentran frontera en un paraje que no alcanzó a ser pueblo, en el hospedaje, almacén, lugar de encuentros “Alegrías del hogar”.

Ahí, a ese pequeño bastión que es tregua para unos y para otros, llegan una noche, extraviados en la niebla a un lugar que debió ser ruta, Samuel y el pequeño Lucas. Conmoverán la seguridad de Violeta, hija de los caseros Salvador y Vera.

Violeta es también, desde su trabajo en la biblioteca de la escuela, puente de esos dos mundos divergentes. Narra con seductora pericia la historia de los brujos de la zona: Águeda, la bruja del Laurel, Algidez, el brujo de los naranjos y el amor, la amistad, la protección que se prodigan por cien años… Acerca, vincula, compromete.

La mirada de Samuel, fotógrafo, ablandará fronteras, hará crecer otra vez la llama de la confianza en esa joven endurecida por el desengaño: Sinhué no la esperó y buscó esposa entre los de su pueblo, abandonó el vagabundeo gitano y se dedicó a la cría de caballos y familia, de la que Corel es entusiasta primogénita.

Nada será igual a partir de la llegada de los extraños. Lucas acompañará a la niña y cruzará territorios igual que lo harán su padre y Violeta.

Cuando el brujo de los naranjos despida en una noche de tormenta de vaticinio a su compañera de vida, que siente que ha cumplido su misión en la tierra, se sabrá que los mundos nunca estuvieron cerrados, que se comunicaron en lengua de hierbas, esencias, aromas, embrujos y desembrujos, y `por eso la ronda del despedirse será grande, tibia de relatos en un idioma y en otro.

Cuando los viajeros culminen esas extrañas vacaciones, habrá miradas nuevas, desprejuiciadas y amorosas… y promesas de otros encuentros.

Bella, sugerente, cuidadosa en su abnegada comprensión de lo diferente. Delicadísimo perfil de personajes, hermosos todos en sus peculiaridades y su afincarse.

Hay nieblas y vaticinios. Hay misterios y secretos celosamente guardados. Hay murmullos y hay hechizos. Hay mucha literatura y una ficción que subyuga. Te convido, de corazón, en nombre de Sandra Comino, que hizo en esta novela una preciosa entrega 



 De Dolores y redenciones...

“El diario de Adelina” 
Olga Monkman 
Edimba Libros (Faja de Honor de la Sade)

No imaginó la abuela Ernestina cuánta falta le haría a su nieta ese cuaderno rojo, de tapas duras, candado y pequeña llave, para vivir, gozar, sufrir, dolerse, ese año de tantos acontecimiento.

La revelación del primer amor, el valor de la amistad, el refugio de nido de la relación con los abuelos y por eso mismo el dolor inconsolable de la pérdida, las confusiones de la adolescencia –los primeros ocultamientos, las salidas clandestinas, la desobediencia, la rebeldía-, el remezón que en la familia produce la pérdida del trabajo, el cobijo y la seguridad, la angustia del desprenderse del hogar y los ambientes queribles y conocidos…Todo eso confiará Adelina en ese diario que le obsequia la abuela, poco antes de empezar a callar, a estar ausente, y morir.

Adelina, muchas veces puesta en ridículo por compañeras que la consideran una nena ridícula, se sentirá segura y apropiada con Paula, la amiga del alma que carga el dolor de la separación de sus padres. Segura de que está bien salir y compartir todo con mamá , papá y su hermano… aunque cuando otros hábitos más desprejuiciados la tienten dudará, y ocultará y llorará por un control que considera exagerado y anacrónico.

Aprenderá el candor del primer amor cuando conozca a Marcos, amigo de Leandro, su hermano mayor.

Apenas salga del largo duelo por la pérdida de esa abuela amorosa y comprensiva, será sometida a pruebas mayores. Papá pierde el trabajo y surge una gran oportunidad, lejos de Buenos Aires. La familia deberá trasladarse a Concordia. La chica asumirá pérdidas y revoluciones de ese año diferente porque puede volcarlas ahí, en el diario que sabiamente puso Ernestina en sus manos.

Los acontecimientos que hacen avanzar esta historia, vistos por un narrador omnisciente, y los impactos, consecuencias, miradas de lo que pasa, en la palabra escrita de su protagonista, Adelina.

Los temas que hacen peculiar esta edad de transición, a menudo temida tanto por adultos como por sus azorados protagonistas, tratados con una mirada comprensiva, abierta y valiente. No se soslayan temas incómodos: se los aborda con cautela y cuidada ternura… Púberes y jóvenes van a disfrutarla , porque van a verse dignamente reflejados.



    Tributos...

“Mala luna” 
Rosa Huertas
 Edelvives. Col. Alandar

Cuando los remordimientos afloren al verse en el espejo del hijo, tan parecido a él -llevan el mismo nombre- , cuando sienta que puede redimirse en ese nieto apacible, Aurelio escribirá su desgraciada historia en un viejo cuaderno. Fue amigo de Miguel Hernández, el poeta, aquel a quien el padre negó la posibilidad de formarse porque lo quería apacentando cabras en los campos de Orihuela…reconoce que fue Miguel quien le consiguió su primer trabajo como tahonero. Tras sus pasos fue Aurelio a Madrid. Pero el destino quiso que vivieran el horror de la guerra civil en bandos opuestos. Aurelio Sánchez escalaría hasta ser funcionario servil del fascismo. Miguel padecería el rigor de la cárcel. Hambre, frío y la tuberculosis que no perdonará. Aurelio no pudo olvidar el desplante del amigo que le negó la posibilidad de compartir sus versos –pésimos, lo sabía, pero encendidos de amor por un espejismo- en un tertulia de poetas. Se lo hará pagar demasiado caro. Tendrá en sus manos la vida del amigo. Sólo acudirá a la prisión oscura en que yace para dejarle un cuaderno de tapas oscuras- Miguel, esperanzado había pedido cuartillas para escribir versos, liberadores siempre, y la intercesión por su libertad: afuera Josefina y su hijo padecen miseria- : “toma, es negro, como tu suerte, Visenterre”… y se retira.

Pero en la celda está también José Castillo, mudo testigo de esa escena, y de la otra, más lóbrega y definitiva: a la muerte del poeta, Aurelio viene a llevarse el cuaderno de tapas negras, que seguramente contendrá un tesoro…

Aurelio escribe la triste, ominosa historia de su vida, sus traiciones, su escalar en el gobierno franquista agobiado por la culpa y por la sentencia de José Castillo, que lo buscará donde esté para reclamar la devolución del cuaderno a quienes corresponda. La dejará escrita para su nieto. Le dará claves para que la encuentre. Difíciles.

Clara es nieta de José Castillo. No sabe que desde hace unos meses comparte las mañanas con otro nieto de un abuelo tan diferente. El suyo hace honor a su apellido. Es una fortaleza noble y sabia. Se esté reponiendo de una dolencia cuando ve la noticia en un periódico: Aurelio Sánchez hijo, funcionario de Cultura, cree estar en condiciones de decir que hay un pequeño cuaderno con versos del poeta, todavía inhallado. Vuelve a hervir de furia, como cuando fue testigo del hurto. Confía su profunda desazón desde lo que sabe. Le narra a su nieta los encuentros con Aurelio Sánchez Macías, sus amenazas. Clara descubre entonces que hablan del abuelo de Víctor.

El chico vino desde Alicante a Orihuela con su madre tras la muerte de ese abuelo que le regaló libros valiosos y una llave con un misterio; tras la separación tortuosa de sus padres, para terminar el colegio en el mismo Instituto en que se educó Miguel Hernández. Cuando ella pregunte, él se cobijará en Clara, tan resuelta, tan bien avenida a la vida. Le contará que sí, que su padre sospecha la existencia de ese cuaderno, que por eso no terminó de deshacerse del último domicilio del abuelo, pese a que la relación entre ambos nunca fue buena, aunque se parecían tanto, sobre todo después de la muerte de Consuelo, la abuela. 

Juntos irán tras el enigma de la llave y de los pocos datos que tienen.

Habrá intimidad, enojos y desencuentros. Juntos alumbrarán sobre un secreto, el de ese cuaderno. Podrán comparar y apiadarse por dos vidas desgarradas por la guerra que sometió vilmente a una nación. Pero no podrán admitir juntos la revelación, porque Víctor se siente burlado, desmerecido, atribulado por ese abuelo tan mal anclado en la historia. Irá callado y resignado tras su madre cuando ella decida regresar a Alicante. No habrá despedidas ni explicaciones. Silencio y distancia.

En Orihuela muere el abuelo Castillo. Deja a Clara sumida en la pena y el desamparo, y en la sensación de que debe cerrar heridas. El tiempo ayudará para que busque la reconciliación con Víctor con el mejor de los tributos: una larga carta –todo un celebrado anacronismo en tiempo de rápidos y breves mensajes- y una vieja hoja amarilla con un poema de puño y letra… los trazos puntiagudos y firmes de Miguel en “Ausencia de Aurora”, escrito para celebrar a otra Josefina, la de José Castillo, abuela de Clara.

Luminosa. Doliente. Para celebrar el poder liberador de la poesía, su epifanía y sus hacedores. Para homenajear a tantos luchadores.

Y no te conté nada del cuaderno. Descubrilo, porque es una búsqueda frenética, apasionada, con luces, sombras, odios, amores. Con candor y reciedumbre.

De la autora de la bella “Muerto, maldito y enamorado”, que abordará vida y obra de otro grande: Lope de Vega



 Matices...

“OK., señor Foster” 
Eliacer Cansino 
Edelvives Col alandar (IX Premio Alandar)

Umbría es un bella punta de arena rodeada de pinos que se adentra en el Atlántico. Pueblo de pescadores y pequeñas escaramuzas para vivir. Ahí recaló Ismael hace muchos años, después de la guerra. Construyó su cabaña lejos, con apenas lo imprescindible, y se dedicó a la caza y a la pesca. Vende pieles y carnes, siempre sobrio y taciturno. Un ermitaño.

En la colina, después de las dunas, quedó el último inglés, Mr. Foster. No se sabe demasiado de él. Pasa horas en la playa, tomando fotografías extrañas. Perico Mosca, que necesita desesperadamente construir su sistema de valores, salir de la trampa de las mentiras, distinguir lo bueno y lo malo, algo condenadamente difícil con tantos matices como se le presentan, vive ahí, y decir ahí es decir cerca de Moguer, la patria chica de Platero… Se siente desamparado: desde que murió Luz María, su madre, el padre se echó a la mar sin más, y no se dirige a él sino para mandados y monsergas.

El niño abandona la escuela y se ampara en Fermín, auxiliar de correo, que junta para él valiosas estampillas. Así descubre que el señor Foster no retira su correspondencia, acumulada por meses, y se anima a proponerle ser su cartero. Cuando Mr. Le tiende una “podaroshna” –similar a la que el zar dio a Miguel Strogoff-, siente que tiene dos amigos: en la playa, Ismael, que lo acoge con algo parecido a la ternura, en la colina, Mr. Foster, que le enseñará los secretos de la fotografía.

Cuando el señor Mosca ordena a Perico pagar la licencia anual de pesca, se desencadenan los acontecimientos que te mantendrán en vilo. Intervendrán dos portugueses, dueños de un barco de gran porte y raras conductas dispendiosas; Efrén, el jefe de la guardia civil hasta entonces solo entretenido en vigilar a Ismael “que algo se guarda”, y a “ese” inglés, que no se sabe de qué vive y seguro es un espía que complota para la corona británica …y sus subalternos, hombres más bien poco dados a la acción.

Leyendo sabrás que el inglés se dedica al periodismo -firma como Red Fish -, y que se quedó en Umbría por dos motivos: su hermosura y el reencuentro con Ismael, quien en otro momento de su vida –ahora lo creen un analfabeto ignorante- se llamó Rafael, luchó por la causa republicana desde su oficio de reportero, y debió guarecerse en otro lugar, bajo una nueva identidad para salvar la vida. Que los une una amistad a toda prueba y un entrañable amor por la poesía, la filosofía, la narrativa…

Cuántos descubrimientos deberá hacer Perico, mientras asume que papá no podrá ser amable con él, porque la muerte de Luz María es un dolor que no cesa…

Una pequeña novela de iniciación, con aroma a sal, arrullo de mar y violencia de ola desatada. Del amor, de la crueldad, de los prejuicios, de la indiferencia. De la lectura salvadora. De todo eso –no poco- trata esta apuesta jugada, amorosa y tan bien tramada.

Por algo este profesor de filosofía, cercano a los jóvenes a quienes enseña, se llevó el premio Alandar 2009





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