Leído en 2017: adultos



“La vida de los elfos” 
 Muriel Barbery 
 Seix Barral

Nacieron al mismo tiempo y en distintas geografías. Extrañas, singulares, poderosas. Una niña humana con características de elfo, otra, concebida por vientre de mujer, de estirpe élfica.

No lo saben. Deben reconstruir los puentes que hermanan dos dimensiones, rotos desde hace tanto, y elaborar con dones los caminos de encuentro de una con otra. Luchan contra fuerzas poderosas que prefieren el quiebre.

Una será puesta en el corazón de una granja, en la campiña francesa, acogida con unción por los lugareños que desde entonces celebran tiempos de mejor caza, fertilidad insólita, excelentes cosechas. La criarán las ancianas de ese reducto dedicado con nobleza a la labranza. Por mandato de la mantilla que la cubría cuando la hallaron, procedente de España, la llamarán María.

La otra, abandonada a las puertas de un templo, hallará cobijo en las montañas, en una aldea de Italia, criada por un cura y su vieja ama de llaves, que alimentará su espíritu con relatos. Crecerá en cielo agreste y cuando el maestro, hermano del religioso, retorne con el viejo piano, descubrirá que puede construir caminos y visiones a través de la música. Clara ejecuta el instrumento, ve y escucha lo ignoto y lo secreto. La armonía, la absoluta perfección de los acordes la llevarán lejos, a la campiña francesa. Será la primera en ver a María, que puede conversar con los árboles, el follaje, los animales, aunque sus interlocutores preferidos sean ardillas y liebres.

Clara deberá abandonar las montañas y los cielos abiertos, para tramar con música, en la bella Roma, sus nuevas relaciones, para descubrir y desarrollar frente al teclado sus poderosos dones.

María convocará a las bestias y aprenderá el lenguaje curador de las hierbas. Ayudará a las ancianas a sostener rutinas, y con gestos simples acomodará el mundo de los labriegos… hasta que sobrevenga la muralla negra y la vida se salga de sus goznes.



De una belleza extraña y exquisita, oscura y ensimismada a veces, demanda lectura atenta, relectura, vueltas atrás para mejor transitar la hermosura de su prosa, que a veces abisma y azora.





“Una vida más verdadera” 
 Inés Garland
Narrativa HISPÁNICA

Parrafadas largas largas para dar cuenta de una pasión que se torna obsesión. Arrebatos. Anhelos. Contradicciones.

Quererlo todo y a la vez rechazar gestos o hábitos Desear sin frenos y sin límites, y sin escrúpulos ni moral y a la vez entronizar la familia, los hijos, los valores que pregnan al ser amado.

Un denso monólogo que necesita la fracción de apenas un enunciado de dos palabras…un sintagma, una sentencia. Una pintura de la más absoluta soledad que se contenta con el abrazo desesperado del encuentro amoroso que no tendrá más que eso: un momento.

Ella recibe un mensaje que estuvo guardado dos años, de alguien a quien no vio en treinta años.

La pasión de los diecisiete retorna con todo el ímpetu del pasado, ahora que él tiene mujer, hijos…La sorprende su propia voz juguetona incitando a descubrimientos, encuentros, osadía.

Ella , sola después de un matrimonio de equívocos. Se aferrará a lo poco o mucho que él tenga para darle. Está dispuesta, y abierta. Demandante, desesperada, impúdica, impetuosa.

De rara factura. Primera persona. Intimista y desbordada, al mismo tiempo






“La soledad de los números primos” 
 Paolo Giordano 
 Salamandra Narrativa

Los hermanan cataclismos emocionales que signaron sus vidas para siempre. Son singularidades extrañas, como los números primos, referidos siempre a la unidad, a sí mismos. Están cerca, pero no se tocan. Tan gemelos como los primos cercanos…Así como la secuencia de primos se distancia a medida que avanza la cuenta numérica, ellos se distancian en el transcurso del tiempo. Soledades que se tocan con dolor, reconociéndose.

Ella carga una cojera desde niña. Nunca perdonó a su padre a quien considera responsable del accidente que le dejó una pierna tiesa-. Castiga a su cuerpo y a su padre -quebrados ambos-, negándole alimentos y cuidados.

Él fue gemelo de Michela. Se llevó para sí la luz poderosa de un genio especial: su hermana era apenas un ente tonto. Se deshizo de ella una tarde, en un parque. No se lo perdonó nunca. Su casa fue desde entonces un nudo de silencios, un reproche que trasuntaba en la tristeza de la madre, en la constante crispación preocupada del padre. Acumuló genialidades y obsesiones que lo ayudaban a colocarse en el mundo, que le rsultaba el más difícil de los teoremas.

Brillantes y solitarios, ambos. Casi desprendidos del orbe, coincidieron en una fiesta que también fue un error para los dos. Ella se deshizo de una relación tóxica y destructiva y él –involuntariamente- desalentó al ser que lo amaba con pureza y desesperación, así de extraño y taciturno como era.

Mientras se refugiaban, Alice en la fotografías y Mattía en un doctorado de matemáticas que finalmente lo llevaría muy lejos de Italia, siguieron amparando y comprendiendo uno la desolación del otro, sin encontrarse del todo, jamás.

Un tratado inquietante y desesperado sobre la soledad, tan protagonista como sus despojados y a la vez plenos, densos, complejos personajes.






“Los manchados”  
María Teresa Andruetto
  Random  House  
LITERATURA


En Tama, los sobrevivientes, procedentes todos de pequeñas comarcas que perdieron luz cuando ya no hubo trenes, ni bosques, ni minerales en las entrañas, están manchados. Se sienten malditos. Los hay con grandes lunares, irregulares y peludos en algún lugar del cuerpo, con manchas más o menos extendidas; los hay que llevan las manchas “al revés”: una blancura extrema en la que brillan los ojos rojos, inyectos en sangre, y la cabellera albina…

Cuando Julieta Corso llega a la región, en el noroeste argentino, repetirá , palmo a palmo, el derrotero de su padre -Nicolás-, en busca de lo mismo: la IDENTIDAD. Quiere saber de su padre –no lo vio nunca: va a mirarlo desde los ojos, las manos, la voz, los recuerdos de quienes lo conocieron- así como él quiso rastrear sus orígenes, en la misma geografía, entre esa misma gente que se siente maldita porque la tierra fue vejada de tantas formas: el desmonte desaforado, el socavón extranjero de las minas…por eso los cuatro temblores que no dejaron piedra sobre piedra, por eso el retiro del río y la sed de las acequias, por eso la huida de los jóvenes y esa tristeza cernidas obre cuerpos, almas y paisaje.

Antes, Nicolás quiso saber de sus verdaderos padres, se refugió con Pepe y Emérita, después de su huida del tibio hogar de adopción donde tuvo todo, después del cobijo de Monseñor Angelelli y sus monjitas.

Tuvo que abandonar la pesquisa e irse al sur, cada vez más lejos, antes de emigrar para siempre, a Suecia.

Julieta viene ahora, a repetir el periplo, a cerrarlo, por ella, por su padre, y también para reunir información para un trabajo de tesis, en una Universidad alemana.

Las voces de los testigos, cautelosas e ingenuas, con el sello de la oralidad regional: Emérita, Arminda, Petrona Paula, la Rubia, Pepe… Las voces autorizadas del “saber”: Milagro Linares, última descendiente de una prosapia de mujeres fundadoras, Melitón Brizuela, Directora del Archivo Histórico. Los documentos del Archivo y el esplendor del pasado en “Tama”, novela-ensayo con que Milagro inmortaliza el terruño de sus antepasados y abraza todas esas presencias con la belleza mansa de la literatura.

Muchas fuentes –fecundas todas- que van hasta el ombligo…el Chacho Peñaloza, Felipe Varela, el surgimiento del peronismo, la masacre de 1955, los basurales de José León Suarez, la persecución de los setenta, la extranjerización de la economía y la expoliación de recursos, con propiciadores criollos, el clima de horror, persecuciones, desaparición…


La marca, poderosa, clemente, honda de María Teresa, cuando dibuja rostro, marcha y sueños de un pueblo que no se resigna…


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