Literatura Infantil: los que suman (avanzados)

 De explicar principios...


Las voces del fuego Mitos y leyendas de nuestra América” 
Márgara Avervach- Liliana Bodoc- Sandra Siemens…otros

Editorial SM Col. Hilo de palabras

A cada uno de estos autores –todos conocidos por sus bellísimas producciones- se les encomendó versiones de una leyenda. Todos pudieron elegir y poner su voz peculiar, su estilo, sus gustos. Leyendas y mitos pocos conocidos –preciosos tesoros-

de distintos pueblos y culturas continentales e insulares de nuestra América. Desde historias arcanas de los Inuit –esquimales, los llamamos-; la mística cosmogonía de los pueblos mesoamericanos –preciosas las que dan cuenta del por qué del ¨Sol y de la Luna, de la misteriosa civilización maya- ; el poblamiento de la isla de Pascua y la gratitud hacia los guerreros que navegaron hacia Rapa Nui en los imponentes moais, hasta las bellas leyendas de amor de los pueblos incas y del archipiélago de Chiloé, en el filigranado sur de Chile.

Una extraña joya engarzada en lo mejor de una literatura que viene de allende los tiempos y las geografías, rescatada con voz nueva y genuina por escritores de hoy.






De superar los miedos...



“Sin rueditas” 
Paula Bombara 
SM El Barco de Vapor Serie Celeste

El miedo hace agujeros en la panza. Fríos. Cierra la garganta. Por eso Sofi necesita los hilitos de sol. El calorcito apaga eso tremendo que se le metió adentro. Seis años tiene. La maestra la apuntó en la carrera de bicicletas, porque quería que la nena se sintiera incluida. Podía elegir otra cosa, pero…ahí no la querían los de 1º C. No sabe cómo dijo que sí, o si lo dijo.

A mamá le pareció genial. Nacho, que está en 6º, todo lo hace bien y sabe TODO, puso el grito en el cielo primero y se burló después. ¿Carrera de bicicletas? ¿con rueditas?

Sofi no puede andar sin rueditas. Cree que emplea rueditas para muchas cosas, en realidad. Por eso el miedo.

¿No podrá decir que no, que no participa? Nacho dice que ya no, y que por culpa de la TONTA de su hermana todos los del “C” iban a perder la competencia por el inicio de la primavera.

La culpa, el peso de la responsabilidad, frenan incluso las rueditas. Van a intentarlo. Mucho. En la plaza: entonces las nenas delataron “Sofi no sabe andar sin rueditas”. En la callecita del pasillo del edificio. No. No puede. No vale que la abuela cuente que aprendió de grande, ni que le muestre la cicatriz de medialuna que la graba la rodilla. Hasta que Nacho la invita a visitar la terraza, tan enorme, tan abierta, tan llena de sol.

¿Podrá Sofía, abrigadita por el aliento de un hermano que al fin confiesa que no aprendió en un día como alardeaba, andar en bici sin rueditas, y sacar las ruedas que la dejan un poquito empantanada para decidir, que frenan todas sus iniciativas? ¿Podrá tener convicciones sin rueditas? ¿Será hada su bici, como en la canción de mamá, de cuando era chiquita?.

Asomate. La bici de Sofi es chiquita, y sin embargo…

Para nenes y nenas. Y para los papás y los maestros que acá pueden abrir el corazón y entender tantos gestos de caracol y ausencia de los chicos, a veces.





De compartir los sueños



“Andrea y el cuarto Rey Mago” 
Alfredo Gómez Cerdá – Xan López Domínguez
 Edelvives Aladelta Rojo

Todo un año esperaron Andrea y Luis. Otra vez los Reyes. Ellos querían saber por qué si pedían cinco juguetes, solo les dejaban tres. Hubo muchas explicaciones, claro. Ahora Andrea -6 años y medio- escribió solita la carta para toda la familia. Puntualizó CINCO juguetes, y esa noche decidió esperarlos despierta y preguntarles por qué dejaban TRES.

Ahí estuvieron, los dos, en la oscuridad, incómodos, esperando cerca de la bandeja de dulces y jugo que les dejaron…Los sintieron entrar por el balcón: ¡eran auténticos, no con babas postizas ni disfraces! ¡eran majestuosos!. Dejaron TODOS los regalos que les pidieron. Los chicos estaban paralizados de sorpresa, de alegría, de estupor. Cuando se fueron contaron los juguetes. No faltaba nada, de nadie (porque Andrea había pedido regalos para los papás, los abuelos, los primos).

Justo cuando decidían qué hacer…¡llegó otro! ¡Otro Rey!. Mago, dijo ser. Cuántas cosas recordó Andrea que le habían contado, que había visto en la tele. Ya no tenía preguntas…Ah, sí…le quedó una: cuando pasó todo lo que no te quiero contar, se arrepintió de no requerirle su nombre. Suerte que habrá más días de reyes. Ella esperará , y él seguro le dirá cómo reemplazar eso d “el cuarto Rey Mago”

Maravilloso. Con la ternura y la ingenuidad que se cobija en un corazón y una conciencia niñas. Y con los ojos de la sabiduría que hay que tener para mirar el mundo, así como es, tan diverso, tan rico , y a veces tan mezquino y tan injusto Otra lucecita en el cielo de la literatura. Mágica, barbuda y coronada, tal vez. Las ilustraciones, un simpático acierto, también. Enriquecen una lectura de por sí fluida y entretenida. Desde los siete u ocho, hasta la avanzada abuelidad.





De cumplir los sueños...


Faquir”
Daniel Monedero Cecilia Varela
Edelvives Aladelta Rojo

Karim quiso ser faquir. Como su papá y su abuelo, su bisa, su tátara. Ensayó , ensayó…¡lo logró!. Como quiso ser un gran faquir, se fue a las tierras del Taj Mahal y de las rocas sagradas, para dormir sobre novecientos noventa y nueve clavos y tragarse diez lamparitas, para que cada vez que tenía ideas se le iluminara la panza, para tragarse teas encendidas y dagas filosas, por todo el mundo.

Era famoso. Lo admiraban. Pero él además de lamparitas, quería sentir mariposas en la panza.

Estela era hija, nieta, bis, tátara, de cocineras. Ella no quería ser cocinera, sino maestra de esgrima. Practicó y practicó con las cucharas de la cocina, y lo logró.

Era una maga del florete, tanto, que luchaba contra su propia sombra, a ver si la vencían. Y no. Salió de la tierra del Tíber y la rica historia, para ser amada y admirada. Pero daba miedo. Nadie se animaba a abrazarla, tan afiladas sus armas.

Un día Karim salió del teatro. Llovía, llovía. Corrió, corrió. No quería mojarse el pelo.

Parece que el mismo día –tal vez la misma noche- Estela salió de su clase de esgrima. Llovía a raudales-. Corrió, corrió. Con el florete enarbolado, parece. En una equina el florete atravesó una panza u salió por una espalda. El atravesado sonrió, los ojos se le encendieron, hipnotizaron a Estela… y bueno. La historia sigue pero yo me quedo en esta esquina, bajo esta lluvia, bajo esta luz, sintiendo mariposas en la barriga. MUUUUAAAA. Se juntaron igual que Daniel, que es de Valladolid, y Cecilia, de Buenos Aires. Unos, para vivir un destino tan original, y otros para escribirlo y dibujarlo. Lo que yo llamo una historia de amor, romántica, a su modo.





 De vocaciones y perseverancia...



“Sofía, la vaca que amaba la música” 
Geoffrey de Pennart
 Corimax Col Corimbo

Chiquito. Sabio. Música para el alma, y contra los prejuicios y las discriminaciones , tontas todas, a juicio de Sofía y el mío, claro.

Sofía ama la música. Es vaca. Marrón. Con manchitas. Es música. Quiere anotarse en un concurso. Los papás, los amigos, se preocupan: es en la gran ciudad. “Tiene talento”, dice Jorge, el viejo caballo. Va. Lo intenta. Ninguna orquesta la quiere: no, porque es herbívora, porque es demasiado liviana, porque tiene cuernos, pero pequeños…porque es marrón y no negra, porque “no está la altura”, ni es elegante… ¡Qué desencanto!. Nadie se interesó por la MÚSICA.

El camarero del café de la estación –ella quiere volver a casa cuanto antes- adivina. El también es un melómano prodigioso. Tampoco era bueno: que el morro, que el pelo, que las orejas caídas, que el pedigree.

Se juntan. Por amor a la música. Suman a más músicos (demasiado delgados, con patas de palo, extremadamente románticos….MÚSICOS). A que no sabés. ¡Cómo suena este librito!. Hay cosas que suenan muy bien…y otras que francamente desentonan en la orquesta de este mundo que todos queremos universal y diverso.

Sin demasiado discurso, se aprende de vínculos y prioridades. Recomendable desde el primer acorde, porque el final suena armonioso y orquestal.






De vida, imaginación, relatos y realismo...


“Pájaro de nueve colores” 
Gustavo Roldán 
Grupo Editorial Norma Torre de papel naranja

¿Alguno conoce la historia del pájaro de nueve colores, que tejía su nido en la rama más alta?. No, dijo uno, y otro y otro. “No existe”, se escuchó. ¿Y cuál era ese que bailaba la danza de las flores?. “Mentira”. ¿Cuál la pájara que bailaba y hacía parecer el arcoíris?. La lechuza no podía tolerar que alguien mintiera. Ni que imaginara, con lo peligroso que es imaginar. Miren si a cada uno le da por imaginar, y todos empiezan a hacer lo que le gusta, y nadie obedece… En el monte se armó discusión y media. Las preguntas y las reflexiones quedaron ahí, para contarse un día de estos. Mientras esperaban –sobre todo los más chiquitos - piojo, bicho colorado, pulga- que el sapo contara por fin del pájaro de nueve colores, o cualquier otra que mejorara un poco el aspecto tristón que a veces tiene el mundo.


Eso sí. La lechuza era realista, regañona, aguafiestas…¡pero qué manera de girar la cabeza para un lado y para el otro, sí señor!.


Sobre el poder dela imaginación. Sobre las ganas de mejorar el mundo, o no. Sobre obedecer al poderoso y sobre abrirse camino PENSANDO CON LIBERTAD (y alegría, digo yo).








De la gratuidad de la belleza...


“Pájaro negro, pájaro rojo” 
Gustavo Roldán – María Wernicke 
ComunicArte Infantil Col Bicho Bolita

Los bichos miraban hacia arriba. Todos. Los que volaban y los que no. Los que reptaban o nadaban. Y los que saltaban, como el sapo, que en el monte es el que sabe TODO. De cosas malas y buenas que hacen los hombres. Miraban al halcón –negro y grácil- que volaba festejando, acompañando, cortejando a un enorme, desconocido, hermoso pájaro rojo. Un pájaro de fuego.

Las miradas acompañaban los firuletes del vuelo un rato, y otro rato interrogaban al sapo, que se hacía rogar y demasiado no decía. Hasta que el pájaro rojo empezó a caer en picada, a planear, a recuperar su vuelo… a precipitarse.

Fue doloroso verlo caer. En el suelo seguía luciendo digno, como todas las cosas bellas. Entonces sí el sapo contó lo que sabía y les dijo que los hombres a veces hacen cosas hermosas, que la belleza puede servir para nada y para todo. Pidió –mientras los animalitos colgaban ese pájaro que nunca estuvo vivo en la punta del yuchán-, que nunca olvidaran que lo más importante es buscar la felicidad.

Y antes de que todos fueran a buscarla -cada cual a su manera- , les dijo que otro día iba a hablarles de otra corsa hermosa que supieron hacer los hombres. Dijo algo de un trompo…me pareció escuchar.

No lo puedo contar tan lindo como Gustavo, que dejó esta hermosa conversación en un libro lleno de vuelos e interrogantes, antes de marcharse a la Constelación de los Dragones. Por eso les pido que lo lean, que lo miren, y que lo vuelvan a hojear, tan lindo.







De compartir sueños...


“Tomás y la moneda mágica” 
Ricardo Alcántara - Gusti 
Edelvives Aladelta Rojo

Tomás, la pelota y el soldado llegaron a la ciudad. Era enorme. Tan llena de gente y de todo. La pelota vio un campito. Se vendía. Se imaginó campeona. Quiso comprarlo. “No tenemos dinero. Siguieron. El soldado vio una casa de dos plantas. Perfecta. Preciosa. Quiso comprarla. “No tenemos dinero”. Los tristes fueron dos. En una esquina Tomás vio un camioncito de madera, del tamaño justo: “No tenemos dinero”.

Desalentados estaban cuando rodó la moneda mágica. ¿Podemos comprar un campo, una casa, un camión!. Pero una voz dijo “lo que quieran, pero solo UNA cosa. Pucha. ¿Qué van a comprar, para sentirse bien los tres?

Otra lección de humanidad. Y la dan un muñeco de madera, una pelota saltarina, un soldadito de juguete.






De nostalgiar...


“Hay días” 
María Wernicke 
Calibroscopio

Cautelosa, la nena le cuenta a mamá que a veces, solo a veces –cuando mamá tiende las alegres sábanas de su camita-, en el patio surge un pasadizo. Del otro lado la nena sabe nadar, y rescata el abrazo tibio de papá. Pero sólo a veces.

La nena quisiera que el pasadizo estuviese siempre siempre. Se refugia en el abrazo tristón pero enorme de mamá, que a su vez confía…

Precioso. Este sí, Älbum. Porque sin las sutiles, acertadas, ilustraciones de María, las palabras que ella misma tipeó en viejísima máquina de escribir delas de antes –toc toc, dedito por dedito-, no podrían contar su hondo sentido.

La alegría y los rescates en cálidos rojos y naranjas. La melancolía es un poco gris, un poquito verde. Y la esperanza, casi amarillita. Para leer desde acá, la realidad real, y desde los pasadizos del alma.






 De suspiros y croares...


Sapo azul” 
Fabián Sevilla 
del Naranjo

Adalesia era caprichosa, consentida y obcecada. Se le ocurrió que quería un sapo azul para convertirlo en príncipe –“su” príncipe azul-. Por eso, pataleta. Así que el rey tuvo que emitir un bando, ofrecer el cero cero cero cero cero cero de su riqueza a quien aportara el bendito sapo azul.

Sapo, muchos. Azul, ninguno. Pero la princesa dale que va. Así que salió a proveérselo sola. Ella, acostumbrada a que la llevaran en andas hasta al baño.

Cuando cayó la noche de aquel infausto día que la dejó con los pies hinchados, el traje hecho jirones, sedienta, cansada y muerta de miedo, avistó una luz a lo lejos. Llamó insistentemente , que para eso era Adalesia, y la atendió una viejecita que mientras le ofrecía un caldo grasoso (puaj) y un montón de paja en un rincón, que debería compartir con las ratitas, canturreaba mientras revolvía la marmita…
"yo sé y solo yo sé
que en una laguna
con aguas como tul
todas las noches canta
un sapito que de verde
una vez pasó a azul…”

¡Ajá! No le importó a Adalesia tener que ir al pozo a buscar agua para que la viejecita le horneara un pan, que era necesario comerse para poner en marcha el plan “sapo azul”.

El pozo estaba seco. Apenas la jovencita se largó a llorar apareció un sapo verde, verrugoso y panzudo, que le prometió llenarle el balde si ella le daba un beso. Mentirosa como era ella dijo que sí… pero apenas obtuvo un buen chorro de agua clara, agarró al batracio de una pata y se deshizo de él… o eso creyó.

Tuvo sopa, tuvo pan crujiente, se acostó en la paja. Quería saber cómo seguía el conjuro, pero había que esperar a la mañana. En mitad de la noche, se presentó el panzudo…

“Abrí la puerta / croac / niña bonita / abrí la puerta / croac/ mi noviecita”

La viejecita le recomendó hacerlo, y después sugirió que también le diera la cena que reclamaba…¡que lo dejara dormir con ella!. Cuando también interrumpió el casi sueño de la princesa para reclamarle un hachita, y que le cortara la cabeza, la viejita opinó que sí, que si no no podría ella confiarle cómo llegar al sapo azul… “Ah, no…eso sí que no…antes prefiero besarlo”. Y lo besó. Entonces…NO, no hubo príncipe ni nada. Hubo ¡princesa enamorada ¡¡¡de un sapo verde, común y corriente!!!

Así y todo, Adalesia, que ya no era una princesa pataleta, agradeció a la viejuca por su hospitalidad, y con el corazón roto –el sapo no quiso saber nada con ella, para no perder prestigio en su comunidad- , volvió al castillo, dispuesta a deshacerse en llanto la vida entera.

Justo entonces apareció el famoso sapo azul. Como ya nada en la vida le interesaba, la princesa se levantó del lecho con los mejores atavíos y una corona brillantísima, dispuesta a que fuera lo que debiera. Todos apostaban “se convertirá en príncipe” “tendrán hijos celestes” “ella e va a convertir en rata”. En el fondo del pasillo se escuchó…

“Abrí la puerta / niña bonita
Abrí la puerta / mi noviecita…”

Ah… lo que sigue sí que es final de cuento de hadas (y de sapos, princesas, encantamientos que se rompen…pero PRÍNCIPE AZUL, no, eso no)

Una delicia. Divertido, ocurrente, socarrón y festivo. Qué más decir. Desde los nueve o diez, para ellas y para ellos.

                              



Para jugar y conmoverse...

“Bicho hambriento” 
Iris Rivera José Sanabria 
Alfaguara Infantil

Con la alegría batiente de la copla, la canción; con la sonoridad del verso breve y el “poema cortito”, acá, en Capítulos…

“Versos nomás”, “Versos mojados”, “Versos viajados”, “Versos de día y de noche”. Intrigas sugerentes que invitan a seguir preguntando, con lírica…”¿no se cansan las sillas / de estar paradas? (¿No se les doblan las rodillas…?”.

Los “Viajados” son los divertidísimos Límericks. O sea, historias breves breves, en verso –cinco- que riman así: primero con segundo con quinto y tercero con cuarto, siguiendo la tradición inglesa y la muy festiva tradición criollas de María Elena Walsh (sí, la de Zoo loco!!!). Y “Para de día y de noche”, los haikus, que celebro siempre porque son también la cunita simple, el cuenquito delicado que se sirve de tres versos y diecisiete sílabas para decir suficiente, y no más. Así, mirá…

“Un soplo helado
toca el agua tranquila
Tiembla una estrella”

Al final, biografía que parece cuento de una Iris Rivera que viene jugando a la maestra desde que era una nena, y otra de José Sanabria, que parece que le gusta el juego de los misterios y por eso dibuja y pinta así como se muestra acá, mostrando apenas, manchando, pincelando…





De cantos, de preguntas, de lo que es justo...


“Un largo roce de alas”
Gustavo Roldán Luis Scafati 
Primera Sudamericana Col Pan Flauta Celeste (Pequeños lectores)

Era un verano hermoso, adornado de flores de mburucuyá. Tenían que madurar las algarrobas, tenían que ponerse coloradas y dulces las sandías, y las tunas precisaban ponerse a punto de caramelo. Por eso, despacito, de apoco. Empezó el canto de las chicharras, que después se multiplicó por cien, por mil, porcientos de miles, en todas las frondas y en todos los rincones. Hasta que el dolor de la herida de la pata del puma, PROHIBIÓ EL CANTO. Por Ley. Implacable. Una ley caprichosa y arbitraria que también respaldaba la odiosa de la vizcacha, de puro vizcacha nomás.

Las algarrobas no maduraban. Las sandías estaban sosas y los frutos de las tunas se caían, de puro tristes. La curiosidad por esa ley que imponía un silencio que dejaba al verano a medio hacerse, se les ocurrió a las más chiquitas. A las chicharritas, que hicieron la pregunta más preguntona, más oportuna, porque al final ¿por qué tener miedo a la ley del puma, si el puma no vuela y las chicharras y los cantos sí? ¿eh?.

¿Habrá canto en el monte? ¿Maduraran las algarrobas? ¿se pondrán risa colorada y redonda las sandías?

Vieras qué lindo el monte que le dibujó Luis a la historia de Gustavo. Con tintas. Con música. Con un puma que acaba por entender (y una vizcacha que sigue vizcacha hasta el punto final. Porque todo no puede componerse en un solo cuento)





De buscar cobijo...y de encontrarlo


“Bienvenido, Plumas” 
María Fernanda Heredia
 Alfaguara Infantil

Complicada la vida de José Miguel, mamá y Sol. Papá se fue un día, sin una sola explicación, y tras las deudas y el desalojo la familia debió volver a lo del abuelo, quien con sobriedad y delicadeza cedió la casa para cobijarse en la piecita del fondo.

A tres años de aquella remezón, y porque como todos se muere de amor por Elena Santander, recibe de ella –que se muda quién sabe a dónde- una caja y el encargo de cuidar su contenido: un pato que generará toda clase de conflictos en casa.

Mamá le pone plazo a la presencia de Plumas. Miguel, con ayuda de su amigo del alma, Oscar, deberá buscarle un nuevo hogar, empresa que pronto se torna imposible…

No hay corazón para dejarlo en ambientas tan inhóspitos como los que les presentan, porque Plumas es una mascota que ríe y goza, aunque haya hecho flecos las margaritas de mamá. Y sí hay cobijo en las palabras, la mesura, las caricias del abuelo, casi olvidado en el fondo del patio trasero adonde también se pretende alojar al animalito.

La oportuna intervención del abuelo, su equilibrio, no sólo lograrán un lugar para Plumas, sino que la pequeña familia cure muchas de sus heridas y sus resentimientos.

Con rasgos del sano humor a que nos tiene acostumbrados María Fernanda, y cuánta reflexiva ternura para tratar temas tan sensibles como el abandono, la ausencia, el desamor, y sus contrapartes: cobijo, presencia, comprensión, afectos.

Desde los diez, para enternecerse y divertirse muchísimo








De la música y su alegría...


Simón y el pájaro Vivaldi” 
Ariel Barchilín – Patricia Suarez
 SM Barco de Vapor Serie Naranja

Es tan bueno Simón haciendo música con dos palitos y su carcajada clara, que es capaz de convocar a los pájaros Vivaldi, los cantores del amor, avecillas brillantes que solo acuden al llamado luminoso de los sones y las armonías.

Ahí va, al palacio de un rey que tiene doce hijos varones y una princesa - Barbarina- que se las trae de caprichosa y desconsiderada, todos unos pelmazos para la música. El rey quiere aprender y si lo logra, ofrece como pago la mano de Barbarina (¡puf!). El que no, que quiere un ojal sin botón y sin chaqueta…El monarca, viudo y enamoradísimo desde hace décadas de Loreley, la ondina del lago, accede, porque ¿cómo presentarse ante ella sin música y sin alegría?

Con dos palitos y con risas contagiosas, Simón –bien que urgido por los apremios de esa princesa incapaz de dar más que disgustos- logrará lo imposible: que cada uno de los doce herederos ría al al sentir que los ritmos brotan de sus palillos, y que el rey lo haga tan bien…¡que aparecen los pájaros Vivaldi para celebrar tanto cambio: la princesa –que no asomó jamás a ninguna clase- aprende a brindar-se; su majestad abdica en favor del duodécimo de sus hijos –todos acuerdan en que a pesar de que le baile de grande la corona, el más sensato candidato al trono- y va hacia el encuentro del amor, aunque la otrora ondina del lago no es sino una viejecita regordeta y simpaticona a quienes todos llaman “la vieja Carcacha”.

Simón obtiene su paga: un hermoso ojal sin chaqueta y sin botón, primorosamente elaborado por la condesa Cucurulo, costurera real. Un ojal bordado e invisible.

Verlo así, tan consumado en su arte, provoca en Barbarina el deseo de casarse. Simón que no, que el amor no es un decreto, que no puede amar a a quien no celebre la música…y ahí nomás, se mete en el ojal…y se vuelve bruma, nada…

¿Qué hará Barbarina, con su pila de caprichos sus “ya mismo”, y su amor, ahora genuino y verdadero? ¿Seguirán los pájaros Vivaldi honrando ese reino donde resuenan gozosos los toc toc y las carcajadas francas? ¿Cómo será el amor de un rey viejecito y una ondina jubilada?.

Sumergirse en esta novelita llena de acontecimientos, y enterarse. Desde los diez, mucha diversión garantizada







de lejos, con un mensaje...


“El gran personita” 
Martín Morón 
Producciones Mawis

Un álbum precioso y extraño. Cautiva, conmueve, convoca. En blancos, negros, grises , ocres y alertas y mensajes en luminoso naranja, como llamada, propuesta, convite. Naranja luz.

Personita llegó de Personia, un planeta lastimado por la guerra de los mundos. Legó para buscar algo. Nos dice que precisa aprender, que sabe cómo hacerlo aunque se le haga difícil. Que necesita compartir… eso no le cuesta, aunque no siempre encuentre CON QUIÉN. Que como todos los personitas requiere CARIÑO, de cualquier forma, en cualquier momento. Que sólo pide un poco de atención. Con este mensaje recorre el mundo, el nuestro, digo. Buscaba algo que encontró. Se lo lleva en el corazón, hecho luz…

Maravilloso en su riqueza metafórica, en la belleza de sus imágenes, en la calidad de la gráfica, en la elección de la sutileza de mensajes. Una semántica polifónica, que llama desde el signo lingüístico, desde la evocación que entraña, desde las imágenes, desde la elección de técnicas y matices de color, desde fondo y forma. Admite muchas lecturas, por eso lo pueden abordar los chicos y los grandes, para llenarse de inquietud y sorpresa.







Historias que vienen de lejos...


“El pescador de sirenas” 
Silvia Schujer - 
Alfaguara Juvenil

Leyendas y mitos maravillosos y extraños.

· Un pescador va día da día a un río desierto. Tira su caña, narra y espera. Al final de la jornada siempre hay un pez en el anzuelo para saciar el hambre, ahí, donde nadie pesca. Pero un día atrapa un pez con piernas de mujer. Lo devuelve al agua y se va a casa, sin vituallas. Así, por días. Cuando empieza desfallecer de hambre3, toma el gran pez con piernas de mujer y le da un beso largo, creyendo liberarlo de un hechizo…se convierte en sirena y él se desvanece, pero al final, habrá otra vez pez en la línea.

Él seguirá relatando historias, ella cantará mientras peina su larga cabellera sentada en la orilla, y como a cada día le basta su propio afán habrá siempre un pez para saciar el apetito.

· El mito de Penélope acá se teje y se trama con singular belleza. Para que Ulises regrese vivo, ella debe tejer, tejer, tejer. Cuando se le acaban los ovillos atrapa una brizna de luz, teje. –cuando la luz esté toda encerrada en la trama, hilará hilos de sombra. Cuando ya nada quede, deshará todo y con los ovillos rescatados –lana, hilos, luz, sombra- se hará un vestido…Alguien llama a la puerta. ¿Es el esposo, que regresa por fin a casa?. Bello y trágico.

· Iaros, la menor de los dioses, está cansada de que su presencia no se note, de que nadie clame por ella. Jugará a deshacer y desordenar la materialidad de otros dioses, y cuando se aburra, descenderá a la tierra, en forma de una joven que obrará pequeñísimos milagros. ¿Qué harán los dioses, cuando ya nadie requiera nada de ellos y los días transcurran sin su dominio?

· El rey ordena erigir una escultura que atemorice al enemigo, vigile y controle a la población, y fulmine al desafiante. El escultor esculpe la Esfinge –cabeza de mujer, cuerpo de león, alas de águila-.

El terror impera. El rey obliga a entregar parte importante de la cosecha y de la crianza de animales. Cuando el pueblo desfallezca de hambre y ya no queden viejos ni niños, irá para destruir el monumento. La esfinge plantea un acertijo. Quien lo resuelva, la destruirá y liberará al reino… o caerá fulminado al instante. Muchos perecen. El rey empavorece. Después de enviar a ministros sabios y fieles que caen bajo el poder de la bestia, ordena al artista destruir su obra. ¿Podrá el escultor con el enigma?

· El pueblo quiere saber qué es lo que cuida con tanto celo a la puerta negra de una cueva, Lutos, el perro de tres cabezas y cola de culebra . Desde una pequeña barca, llega Nueyo. Solo porta un morral y un violín. Le narra a Lutos la historia del Cerbero, abuelo del abuelo de la fiera, el que custodiaba el camino por el que Orfeo pretendía ir a recuperar a Eurídice. Le cuenta que Orfeo ejecutó su lira y pudo penetrar al hades…pero ya nada se supo de él. Culminado el relato, Nueyo le sacó música a su violín. Lutos cayó bajo el hechizo, tal como antes lo había hecho Cerbero. El pueblo entró y lo que sacó de la caverna fue…la lira de Orfeo. Cuando Nueyo la toma en sus manos, él también desaparece. En el lugar de su ausencia queda el violín, celosamente custodiado por un perro feroz, de tres cabezas y cola de serpiente

Habrá más. Pueblos mansos, tranquilos, pacíficos, porque Baku despierta en las noches para nutrirse de pesares y pesadillas que ahí se padecen. Sabrás del escultor que solo pudo enamorarse de su propia obra . De la maldición de la Devoradora y de la aventura del juglar que cantaba y cazaba los pájaros más hermosos del mundo, para encerrar los más bellos trinos, hasta que pudo dar con el más exótico, el más preciado, pequeño como una mariposa… el del canto angélico y la capacidad de ganarse la libertad a fuerza de relatos… relatos acerca de la relación de hombres y animales...

Un libro para atesorar por la riqueza de mitos, recreados con un lenguaje cuidado, sugerente, festivo, convidante. Para lectores exigentes, de una autora que supo darnos una obra rica, variada, comprometida.





 Una fiesta para el alma...


“Para escuchar a la tortuga que sueña” 
Oche Califa 
E. Colihue Col Los Libros de Boris

Oche Califa hace del mejor Oche. Pero también juega jubilosamente a emular a los mejores poetas, de los que se nutrió por muchos años. Hay huellas de un Federico festivo -García Lorca, digo- de un Francisco de Quevedo, jugado siempre. Hay homenaje a la buena Mariá Elena –Walsh- y como acá hay DE TODO: poesía, greguerías, proverbios, epitafios, lecciones, canciones, también hay aire de Discépolo y de nuestros buenos poetas gauchescos.

Poesía para filosofar, acariciar el alma de ternura y reflexión, para divertirse, para burlarse un poco de la tontería, para celebrar la niñez con juegos, retruécanos, trabalenguas…

Qué decir. Un libro “de versos” para la familia. Para los grandes (¡qué profunda, descontracturada delicia “Vivir para ver”, cuánto para pensar y avergonzarse un poco con “Perdón” o “Saber o no saber”), para los pequeños (“El caracol”, “La oveja” “La mariposa”…tantos tantos entrañables pintados en cuatro líneas ¡rimadas!). Para los que quieren pasarla bien, los divertidos de cualquier edad, para los que se burlan de la pavada, para los que celebran la poesía de los ancestros (décimas al estilo gauchesco, con todo humor e ironía). Para los que quieren reencontrar la brevería -¡ay!, las greguerías de De La Serna, cómo resuenan acá- : epitafios, proverbios, “lecciones”… pensares, bah.

Vos elegís. Podés ir de pe a pa, o sea ordenadamente de primera a última página, como hice yo en mi primer abordaje, y después por donde abrís el libro ese día o esa tarde. O revisá el índice, que ahí Oche, después de recomendarte pispear aquí, descubrir allá para hallar eso que no destelló en la primera lectura, lo pone todo seriamente ordenado en “Estaciones” : POEMAS, CANCIONES, JUGUETERÍA. Así lo pensó él, así te lo cuento yo.

Un libro que conmovería a Boris Spivacow, que ríe en la solapa de esta colección que lo recuerda, vivo para siempre.

Que se festeja, porque es un libro y es muchos libros. Humildemente.





 En verso, en prosa...para pensar y celebrar...


“Solo sé que es ensalada” 
Oche Califa 
Ed. Colihue Col Los libros de Boris

Vaya ensalada. Mixturada. Con ingredientes sabrosos. Alegre y arteramente condimentada. Haciendo culto a Oche de “Para escuchar a la tortuga que sueña”, por caminos parecidos, tal vez un poco más irreverentes, y honrando la gloriosa tradición literaria de autor y la que viene de allende los tiempos y las geografías, voz colectiva de saborcito arcano. Guiños para gente atildada y para los bien plantados en el contento. Celebración de la infancia y su mundo de duendes, canciones, personajes queribles. “Tangatos”, o sea tangos, no a la grela, no al guapo… al bicherío que tan cómodo vive en los textos y la imaginería de los días niños. Nanas, candombes. Relatos breves y sustanciosos, algunos cerca de la veredita de la filosofía. Ocurrencias, adivinanzas, clasificados, trabalenguas. De todo un poco, como en buena pulpería.

Boris los celebraría, así como lo presenta Oche, ordenadito en “Zonas”…de Poesía., de Canciones, de Tango, de Sueños (¡vaya!)…arriesgada Zona del Escritor y festiva –muy festiva- “Zona Libre”.

Ahora que terminé de recomendarlo, me vuelvo a sumergir en la lectura, por otros caminos, por otra entrada, como pide el autor. ¡Salute! ¿y si me meto por “poemas equivocados”? ¿y si mejor hurgo en estas ocurrencias que medio caprichosamente este Califa puso apaisadas y me obligan a dar vuelta el libro, para hacerlo casi calesita? ¿eh, que tal?









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